domingo, 25 de marzo de 2018

"SOR BICICLETA" EN EL CAMINO

  
amos a relajarnos un poquito y disfrutemos de la anécdota que surgió este verano en el camino y que se hizo viral.
 
 

Con hábito, chanclas y a velocidad desatada por el Camino de Santiago

   El vídeo del verano pasado se grabó en Galicia, concretamente en la continuación del Camino de Santiago hacia Fisterra. Así lo certifica la Asociación Cultural Polonia en Galicia, con sede en Santiago, con la que se ponen en contacto muchos de los peregrinos de este país que llegan a Compostela. 
 
   La grabación que desde hace días comparten muchos usuarios de las redes, y en la que se ve a una monja con una bandera polaca enfilando a toda máquina y en postura aerodinámica un descenso, la realizaron dos hombres que viajaban en una camioneta y que no pudieron dejar de sorprenderse ante la escena. De hecho, fueron ellos quienes, antes de publicarlo en Internet, bautizaron a la monja como «Sor Bicicleta», en recuerdo de la película española de los años 60 en la que Gracita Morales se convirtió en «Sor Citroen». 
 
   Para muchos no pasó desapercibido que la monja cubrió el trayecto en chanclas, sin casco y con el hábito al viento. No pocos usuarios ya la comparan con el reciente tetracampeón del Tour de Francia, Chris Froome.  
Haciendo un descanso después del esfuerzo
 
   Desde la Asociación Cultural Polonia en Galicia se aclara que la monja realizó el Camino de Santiago desde Polonia en cuatro años y en varias tandas. El trayecto lo cubrió por el Camino del Norte y en compañía de otra monja de una congregación religiosa polaca. 
   «Sor Bicicleta», como ya se la conoce en las redes, llegó a Compostela la semana pasada y tras hacer noche en el Centro Europeo de Peregrinación y Pastoral Juvenil Juan Pablo II, en el Monte do Gozo, prosiguió trayecto hacia Fisterra donde se habrían grabado las famosas imágenes. 
   Preguntado por la repercusión que en pocos días ha logrado el vídeo, esta asociación resta importancia y defiende, con lógica, que se grabaron en una cuesta abajo. No esconden que las monjas «sufrieron» con el eco cosechado al querer, en todo momento, pasar desapercibidas. Algo imposible.
 
   En el Camino realizado en bicicleta te sueles encontrar muchas anécdotas de todo tipo de peregrinos que realizar el peregrinaje de esta manera y os lo digo por propia experiencia,
 
¡ÁNIMO QUE YA QUEDA POCO PARA COMENZAR LA CONTINUACIÓN DE NUESTRO CAMINO!
 
 

jueves, 22 de marzo de 2018

Diferencias de Kilometros-Etapa según las Guias

oy subo este interesante artículo de Antón Pombo sobre algo que, a mi por lo menos, siempre me ha sorprendido bastante y es la gran discordancia que a veces se produce entre las distintas guías cuando estableces los kilómetros de una misma etapa, e incluso luego casi nunca coincide exactamente con lo que nos miden los distintos GPS que llevamos al realizar dicha etapa y que casi siempre es superior a lo que habíamos proyectado.
 
 
El misterio del distinto kilometraje en las guías
   "Muchos usuarios que consultan las guías de peregrinos, sean en papel, a través de webs o recurriendo al sinfín de aplicaciones que han aparecido como hongos en los últimos años, al cotejar los datos de unas y otras, y conocer las mediciones de las etapas, comprueban con estupefacción que las distancias son diferentes: ni coinciden entre ellas ni tampoco con las páginas oficiales de las administraciones. ¿Utiliza cada uno, como dice el refrán, una diferente vara de medir? ¿Se han introducido errores de método que provocan tal distorsión?
Logos de distintas guías de Peregrinos
  Como aperitivo vamos a poner el ejemplo de una etapa, la de Agés a Burgos (Camino Francés), en su día envuelta en la polémica. Se trata de una jornada compleja no por los obstáculos del relieve, sino por la multitud de variantes existentes. Algunas guías, fieles a la tradición y no a la oferta de servicios, siguen optando por recomendar el trayecto San Juan de Ortega-Burgos, aunque en la actualidad la mayoría de peregrinos suelen quedarse en Agés, donde hay varios albergues, acortando así algo la distancia a Burgos. Hace unos años, como hemos apuntado, cierta guía de referencia había introducido mucha confusión en esta etapa al situar su final, interpretando que todos los peregrinos tenían que dormir en el albergue público, en el parque del Parral, lo que implicaba caminar 2 km más desde la catedral. En esta circunstancia ya adelantamos cuál puede ser el quid de la cuestión. Veamos a partir de algunas guías, tanto de las que contemplan esta etapa como de las que comienzan en San Juan de Ortega, los resultados en sus mediciones. De menos a más encontramos las siguientes cifras: Santiago.forwalk 21,7 km, la Federación de Asociaciones Jacobeas 21,74 km, Gronze 22,2 km, Buencamino y Wisepilgrim 22,4 km, Vivecamino 22,5 km, Anaya 22,61 km, Eroski-Consumer y Caminoconcorreos 23 km, Turismo de Castilla y León 23,9 km y Caminandocaminando 24 km.Como se puede comprobar y dado que todas, aunque algunas contemplen otras variantes (la del Páramo desde antes de Villalval a Orbajena-Riopico o Villafría, la de Castañares junto al Arlanzón), recogen la ruta oficial por el valle del Riopico y Villafría, entrando a Burgos por Gamonal, la distancia entre la cifra más corta y la más larga es de 2,3 km, o sea, en torno a un 10% de diferencia. Y si esto ocurre en una etapa bastante corta, qué no sucederá en las de 30 o 35 km, y cuál puede ser la distorsión final en un itinerario que, del Pirineo a Compostela, suele plantearse entre 31 y 33 etapas; ¡estaríamos hablando de 60-70 km!
 
 

   Como ignoramos los sistemas utilizados por las distintas guías para obtener las distancias, no podemos prejuzgar la causa de errores u omisiones, pero es posible suponer de donde proceden. Básicamente, los autores hemos empleado los GPS y cuenta kilómetros de bicicletas, pero nos consta que ha habido algunos que han realizado el trabajo recurriendo a vehículos de motor como motocicletas o todo-terrenos, aunque estos no siempre pueden pasar, como es bien sabido, por los caminos señalizados, resultando absolutamente inútiles en las zonas urbanas. Otra de las tendencias actuales, entre quienes sienten una gran devoción por la cartografía digital, con el imperio de Google Maps ejerciendo el monopolio, es la de fiarlo todo a sus mediciones automáticas. La solución implica el riesgo de tener que realizar cálculos y ajustes cada vez que la ruta no aparece en la base cartográfica, que no recoge la mayor parte de los caminos carreteros y sendas. Desde luego también habría que aludir a los más oportunistas y perezosos, que se limitan a copiar y pegar, fusilando sin prevención ni vergüenza lo que otros han hecho mejor o peor: de ahí, y no del rigor científico, procede la asombrosa exactitud entre alguna de las cifras. Por su parte, alguna administración cree hacernos un gran favor al ofrecernos no sólo decimales, sino centésimas que producen agobio y parecen más destinadas a hormigas que a humanos.

 

    Recordamos que hace ya unos años Acacio y Orietta, que tienen un albergue en Viloria de Rioja, realizaron para el Xacobeo una medición que pretendía ser definitiva, empleando para ello un odómetro o rueda de medición. Los resultados, en vez de aclarar el panorama, introdujeron aún mayor confusión, pues ni siquiera coincidían con los de la Xunta. La causa está en que el mecanismo no es igualmente fiable en una carretera, con su capa asfáltica lisa, que en caminos de tierra o pedregosos. Además, la exigencia de una concentración por parte del operario no hace recomendable este método para largos trayectos. Sea como fuere que se mida, estamos persuadidos de que la mayor causa de los desajustes radica en dos factores: en primer lugar desde dónde y hasta dónde se mide; y en segundo, si se opta por una vía exclusivamente peatonal o no. Dado que el Camino de Santiago, al menos en su concepción tradicional, es una ruta sagrada, algunos autores pensamos que estos puntos de partida y llegada deberían ser los grandes templos, así las catedrales, aunque no siempre funcione (Coimbra, Donostia). La fórmula también valdría para los pueblos con la iglesia principal (caso de que haya más de una), o con una Plaza Mayor. Lo que bajo ningún concepto nos parece correcto, aunque ha sido el santo y seña de páginas como la de Eroski-Consumer, es fijar dichos puntos en el “albergue”, y cuando hay más de uno en el “albergue público”. Los albergues pueden cambiar de ubicación, lo que forzaría una nueva medición como ocurrió en Burgos cuando cerró el del Parral, pero además es sabido que a veces hay muchos, y que no todos los peregrinos duermen en ellos. El segundo argumento también es decisivo, pues el peatón no sigue las mismas vías que un vehículo, ni siquiera que una bicicleta, sobre todo cuando hay cruces, rotondas, pasos de cebra, regulaciones semafóricas, aceras, vías o paseos peatonales, escaleras, pasarelas, atajos menores e incluso andaderos no siempre paralelos a las carreteras.

 

   Entre los peregrinos existe una creencia, muy difundida, según la cual las guías se han conjurado para acortar las distancias, pues cuando ellos mismos llevan un GPS siempre las superan. El problema radica en que los peregrinos no están midiendo, sino “haciendo el Camino” y disfrutando de otras cosas, lo que conlleva pequeños desvíos para admirar un edificio, entrar en un bar, hablar con alguien o rodear una poza, y que, por supuesto, no intentan en todo momento avanzar por el centro de la calzada ni ajustar la medición.Hemos de entender, por lo tanto, que los autores de las guías no somos topógrafos del Instituto Geográfico Nacional ni del Ministerio de Fomento, sino que nos valemos de los recursos técnicos para ofrecer, siempre sobre el terreno y honestamente, una distancia lo más ajustada posible de las etapas."

 
 
   Espero que haya ayudado a aclarar, o no, ese gran misterio que es el número de kilómetros que vamos a hacer al salir por la mañana a caminar una etapa. Yo recomiendo que aunque comencemos con una idea aproximada de lo larga que va a ser la etapa, lo importante llegará en el transcurrir de esta jornada y solo debemos tener en nuestra mente el lema del Camino: UTREIA ET SUSEIA, es decir, VAMOS MAS ALLA, SIGUE ADELANTE Y MAS ARRIBA.
 
 

domingo, 11 de marzo de 2018

UN RELATO, UNA EXPERIENCIA

  
oy os presento el relato de Carlos Lillo Talavera que fue ganador en el concurso de relatos que organiza EROSKI (Afamada guía del Camino Jacobeo) sobre El Camino de Santiago, cuya lectura os aconsejo de principio a fin y cuyo título es:
 


 "NIEBLA EN EL MONTE IRAGO"

 
 

    "Salí miedoso de Astorga. Siempre había hecho el Camino acompañado y esta vez me dispuse a hacerlo sólo. Lo necesitaba. Y no tenía miedo por ir en solitario, tenía miedo de mí mismo, de mi mente, de mi interior dolorido por un amargo varapalo que la vida nos había propinado a mi mujer y a mí. Habíamos perdido el bebé que esperábamos de la más dolorosa de las maneras y tenía muy agarrado el desazón internamente. Me sentía impotente y preso de una injusticia en la que no cabe apelación. Y por más que maldijese y derramase amargas lágrimas, el sol continuaría saliendo día tras día para perderse cada anochecer tras las aguas que se contemplan desde Fisterra. La vida sigue su curso incólume. Una etapa dura no puede empañar la belleza de toda una ruta. Como peregrino consagrado sabía que el Camino me curaría esas heridas internas como otras veces lo había hecho con lesiones de pasadas batallas mentales. Me haría llorar, desfogar, sacar fuera lo malo y ver que la vida ha de seguir siempre hacia adelante. Sabía que así sería y por eso tenía miedo. En algún momento tendría que enfrentarme a ese trago que había ido esquivando. Y por otras experiencias intuía que no elegiría yo el momento. Sería el propio sendero que refleja nuestro paso por la vida quien lo hiciese. Era consciente de que así iba a ser y por eso me puse en marcha en mi bien conocido y querido Camino de Santiago. Tenía miedo pero era necesario. Cuando recibimos tan dolorosa noticia me centré en mimar a Claudia, mi esposa, desatendiéndome a mí mismo en favor de ella. Una vez que logré volver a verla sonreír tocaba curarme y dedicarme un tiempo. Iba a ello con mochila, bordón y botas. En apariencia estaba el asunto olvidado, pero por dentro quedaba mucho por cicatrizar. Fui abandonando Astorga convencido de que la única forma de sanar ese desgarrón del alma era reabrirlo y que el Camino lo suturase por siempre. Lo hube aprendido en otros caminos y siempre resultó. Me enfrentaba a la prueba consciente del dolor que pasaría pero sabiendo que era la mejor medicina. ¡Vamos Gonzalo!, me dije. Y dejando atrás el albergue y apretando los dientes busqué la primera flecha amarilla.

    Iba caminando atento a la llamada interior que la ruta me haría y por eso mismo no llegaba. El que espera desespera y el que viene nunca llega, dice el refrán. Y bien cierto es. Sabía que tenía que llegar y me empeñaba en adivinar el momento. Craso error. Atrapado en mi laberinto de recuerdos del pasado y deseos del futuro estaba desaprovechando el presente. Había ido dejando atrás sin pena ni gloria Murias, Santa Catalina y El Ganso y sólo el destino sabría cuando habría de pasar de nuevo por ellos. Iba tan obcecado con sanarme por dentro que no prestaba atención a nada, hasta que poco antes de llegar a Rabanal la inmensa sombra del Roble del Peregrino me invitó a descansar. Me detuve a relajarme e inconscientemente dejé de estar alerta. Y fue poco después de reanudar la marcha cuando ocurrió.

Atravesé el pequeño pueblo forjando la ilusión de enfrentarme a la dura subida hacia Foncebadón, cercano a coronar la Cruz de Ferro, techo del Camino Francés. El día se iba enrareciendo y el cielo adquiría un aspecto grisáceo amenazador. Avanzaba observando que una densa niebla se iba apoderando del Monte Irago conforme iba ganando metros de altitud. Tenía miedo a perderme y el terreno era muy abrupto con piedras sueltas. "¡Venga, papá! ¡Que podemos!", escuché como le decía un chaval joven a un hombre de unos cincuenta años. Me aparté del estrecho sendero por el que transitábamos en ese momento para abrirles paso y que continuasen la ascensión sin traba, pues ya estaba bastante cansado y mi ritmo era mucho más lento que el suyo. Ambos peregrinos me desearon buen camino y siguieron jaleándose cariñosamente el uno al otro mientras seguían subiendo. Al escuchar la arenga mutua mi mente se desbordó de recuerdos con ilusiones rotas. Dos lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas al ver avanzar a la par las dos siluetas. ¡Un padre y un hijo! Un sueño truncado para mí unos meses antes. Rompí a llorar amargamente, tanto que hube de detenerme, quitarme la mochila y sentarme a la vera del camino. Así estaba en aquella fría mañana de Noviembre. Sólo en la montaña, con mi interior, con la amargura que producen las heridas del alma y que nadie puede curar sino uno mismo y el tiempo. Grité desgarradamente mirando al cielo y pataleé contra el suelo hasta incluso hacerme daño. Atrapado en mi desolación la niebla me ocultaba y todavía quedaba un duro ascenso hasta concluir la etapa. Mis ojos vidriados por las lágrimas transmitían un dolor que no deseo que nadie conozca. Mi mente bullía atormentada. ¿Por qué tuvo que ocurrir? Allí pasé un rato enfrentándome a mí mismo hasta que desfogué. Me enjugué los ojos por enésima vez con la manga derecha del forro polar y cuando los lacrimales hubieron manado lo que fue necesario volví a caminar. Había empezado mi mejoría pero el rato que allí pasé solo lo sabemos la niebla del Monte Irago y yo.



 
Llegué exhausto al albergue la Posada del Druida. Y casualidades en las que no creo hicieron que el padre y el hijo estuviesen acomodados en la habitación donde me ubicó el hospitalero. Sonreí. Comimos juntos y me quedé charlando con el padre un buen rato. Se llamaba José Carlos. No lo olvidaré. Le prometí que algún día volvería al Camino con mi hijo por compañero, igual que él estaba haciendo.
Han pasado más de treinta años. Esta es la historia de tu nombre, José Carlos. A mamá no le gusta demasiado pero para mí significa mucho. Hoy haremos juntos la etapa de Astorga a Foncebadón. Si lloro no te preocupes, hijo mío. La niebla me ocultará y el Camino volverá a sanarme."
 
  Espero que os haya gustado tanto como a mi y y que sirva para darnos una idea de las infinitas experiencias que existen en el Camino, y que cada uno de los Peregrinos que hemos caminado a Compostela podríamos contar y si se nos da bien escribirlas para que no se pierdan nunca. Os animo a ello.
 
¡ULTREIA ET SUSEIA!