i bien el Camino como espacio físico no es esencialmente distinto que cualquier otro sendero sí podemos afirmar que no es lo mismo ser peregrino que senderista o cicloturista.
Y es que el Camino nos hace apreciar una serie de elementos y circunstancias muy concretas: el andar por una ruta que ha sido pisada, durante más de mil años, por millones de peregrinos con sus ilusiones, su fe y sus anhelos; el trato con los otros peregrinos que vamos encontrando; la acogida en los albergues y el compartir allí las experiencias del día a día; las largas horas de caminar en soledad con frío, con calor o con lluvia; el encuentro con las gentes que viven a sus orillas,... son elementos que van a ir ocasionando en nosotros un cambio de percepción en todo lo que nos rodea.
No se trata de que retrocedamos a la edad media ni que nos convirtamos en nuevos templarios, sino que nos va a ser posible redescubrir una serie de valores que nuestra habitual vida ajetreada nos impide apreciar. Para ello es importante observar una serie de detalles como son:
- El silencio, escuchando los sonidos de la naturaleza: el viento, los pájaros, tus pisadas,... Aunque camines acompañado, siempre encontrarás momentos de silencio. Aprovéchalos.
- Calma, sin prisas por llegar cuanto antes a Santiago o al final de cada etapa. Si dispones de pocos días es mejor hacer menos kilómetros e ir más despacio.
- Contemplación, que implica una actitud reverencial con todo aquello que nos rodea, sea arte, naturaleza o personas.
Los motivos que hoy empujan a los peregrinos pueden no ser los mismos que en la época medieval. No en vano, el Camino de Santiago es una infinidad de razones, tantas como personas lo recorren. Más aún, el Camino está abierto a todos, a todas las búsquedas y a todos los afanes y, como dice un poema del siglo XIII, « no sólo a católicos sino aún a paganos».Pero a pesar de esta natural diversidad, la experiencia fundante del Camino no es otra que la búsqueda de la trascendencia, la experiencia de Dios. Si olvidamos esta dimensión, el Camino se reduce a meras anécdotas, a un peculiar turismo...¡y hay tantas ermitas e iglesias en el Camino!. Muchos dicen que el Camino «empieza» en Santiago, pero bueno, eso es un secreto que, en todo caso, ya descubrirás.
La peregrinación por el Camino de Santiago aunque implica un esfuerzo físico, en su esencia, se trata de una experiencia espiritual. Así como solemos prepararnos físicamente antes de comenzar el recorrido por el Camino, es aconsejable tomarse también un tiempo de preparación en este sentido, basado en un período de reflexión.
Lo que más valor tiene del peregrinaje a Santiago es el camino interior, un sentimiento que llega tanto a cristianos como a no cristianos y que empieza al despojarse de lo material llevando consigo lo estrictamente necesario y haciendo a un lado lo superfluo, hecho que al final, hace que te plantees el cambiar muchos aspectos de tu vida.
El Espíritu del peregrino: la filosofía de la Ruta Jacobea
El Espíritu del peregrino no es algo muy tangible que podríamos describir, viene a ser una clase de sentimiento espontaneo asociado a pequeños actos y milagros que suceden al estar recorriendo el trayecto de peregrinación.
Un sinnúmero de personas describen la experiencia como una realización personal que genera en ellos una gratitud divina, exponiendo que esto es lo más importante e impresionante que les ha dejado el peregrinar por la Ruta Jacobea. Caminar por una vía que ha sido pisada durante más de un milenio por millones de peregrinos con su fervor y fe, el trato al interactuar con otros peregrinos, la calurosa acogida en los albergues u hostales y compartir las experiencias que vas viviendo cada día, las largas horas de caminata en soledad, con variaciones climáticas, etc., son elementos que van a ir ocasionando un cambio de percepción de todas las cosas que tenemos alrededor.
A esto se logra llegar mediante una serie de valores que en nuestra vida habitual y ajetreada no logramos apreciar.
Una de las grandes verdades, es que el Camino de Santiago te cambia interiormente. Todo el mundo en algún momento de su vida pasa por momentos malos y problemas graves. Nadie esta a salvo de un accidente inesperado, de una enfermedad, situaciones de estrés de la vida cotidiana, momentos de inestabilidad, rupturas de pareja, una lista interminable que no quiero alargar más, pero son momentos que necesitamos tener a alguien que nos escuche.
El Camino de Santiago es capaz de aportar muchos beneficios a las personas. Siempre hay quienes deciden hacerlo solo/a o acompañado. La experiencia es indescriptible cuando se va por libre, solo, porque uno va continuamente aislado del mundo, aislado de todo. El hecho de caminar tantas horas con tus pensamientos te vincula con la naturaleza, te hace para reflexionar, tener tiempo real para ti hace que aprendas a conocerte mejor.
Podríamos decir que la magia del Camino es un misterio, que no conoces hasta que lo vives. Pero quien lo prueba, no puede evitar volver y volver año tras año. Ese afán de superación, de ayudar al prójimo , esas vivencias con tus compañeros peregrinos, las cenas todos juntos, los albergues, la desconexión de todo durante el viaje … son momentos que lo cambian todo, momentos que perduran en nuestras retinas para siempre.
Por eso creemos que hacer el Camino de Santiago es una buena terapia. No imaginas las diferencias que puede haber en tu persona antes y después de hacer el camino, te hace ver todo desde otra perspectiva, te cambia interiormente, te hace mejor persona y te cura las heridas.
Motivos de la peregrinación
Tradicionalmente, los motivos para peregrinar se dividían en tres grupos:
- Como un deseo personal
- Para cumplir una promesa o un voto
- Como penitencia por los pecados incurridos
En la actualidad, las personas que deciden hacer el Camino de Santiago, pueden sentirse atraídas por su aspecto cultural, por su diversidad y belleza paisajística, por el simple hecho de vivir la aventura, por visitar la tumba del Apóstol Santiago, como reto personal, para ponerse en forma, para reflexionar y encontrarse con uno mismo, para interactuar con otros peregrinos, por turismo, entre otras muchas razones; pero se podría decir que todas estas motivaciones son un complemento de la parte espiritual y religiosa caracterizada por el Camino, la cual frecuentemente acerca a los peregrinos a Dios.