ontinuamos relatando las etapas de III tramo del Camino realizado este año y hoy es Nati quien nos refrescará los detalles de esa etapa que resultó larga y en cierto modo monótona, pero que cada uno de nosotros le supimos sacar sus peculiaridades.
Vuelvo a insistir que pese a su falta aparente de estímulos, este tipo de etapas hacen especial al Camino y sin ellas no se entendería su paralelismo con el devenir de la vida.
La distancia que recorrimos, según el Endomondo fue de 27,23 kms. casi toda en plano, como se puede ver en el perfil de la etapa.
Esta etapa se desarrolló el Jueves 23 de mayo del 2019, y fue un día cubierto, y fresquito a primera hora, aunque luego fue subiendo la temperatura, hasta lis 21º C.
El plano de la etapa:
y este es el perfil:
"La etapa que me toca narrar fue la
quinta de este tercer tramo del Camino Francés, desde Carrión de los Condes hasta Terradillos de los Templarios, pasando
solamente por Calzadilla de la Cueza y
Lédigos.
Esta etapa fue especialmente distinta,
ya que no hay muchos monumentos, hazañas que describir o enmarques históricos.
Aparentemente no nos parecía difícil ya que se extiende sobre todo en las
planicies de Palencia, pero resultó muy agotadora para casi todos, ya que la
temperatura subió bastante, el día estaba caniculoso y gris, la monotonía del
camino llegó a veces al tedio y el paisaje parecía aburrido a simple vista.
Salimos temprano del precioso
monasterio de San Zoilo del siglo X, con todos sus elementos románicos y su
precioso claustro plateresco en Carrión de los Condes. Fue uno de los días en
los que vimos el amanecer ya que salimos más temprano y nos dimos cuenta de que
muchos peregrinos madrugan mucho más que nosotros. Esto, lo agradecemos
enormemente el grupo del otro lado del Atlántico, sobre todo en los primeros días
que caminamos.
Como salimos tan temprano no pudimos
desayunar en el monasterio y nos comimos unas galletas, frutas y demás viandas que
habíamos comprado el día anterior; yo me comí unos albaricoques riquísimos que
no quise abusar, pensando en la larga caminata que nos esperaba.
Pronto se nos unirían los tres
conductores que llevaron los coches a nuestro destino.
Nuestro
próximo pueblo, Quintanilla de la Cueza, estaba a 17 kilómetros y este
es el largo tramo con rectas prolongadas que otros peregrinos han denominado “la
Muerte del Ego”
Salimos por la carretera, pronto cruzamos
el arroyo Perionda y nos dirigimos hacia las rectas interminables.
A pesar de todo, el día se convirtió desde
el principio en un festival de sensaciones de todo tipo, pero muchas
enormemente placenteras: muy temprano tuvimos la oportunidad de oler el cereal
recién cortado que, según nuestro Maestro Isidro,
era heno. Seguro que yo era la primera vez que me exponía a esos aromas.
Las llanuras llenas de cereales, sobriedad
y fuerza son una gozada para la vista: ya habían empezado en Carrión de los
Condes, donde son parte de la Via Aquitania en España, una calzada
romana construida antes de nuestra era y que empezaba en Burdeos en La Galia o la actual Francia y se
extendía por las tierras de Burgos, llegando hasta Astorga.
Tenemos tiempo para caminar en solitario y
en grupos, siempre guiados por el Capitán de nuestra expedición, Vicente. Nosotros siempre
seguimos a Vicente. A veces él nos deja adelantarnos, pero yo se que lo hace
para observarnos a todos en una sola mirada.
Caminar en estas rectas prolongadas, en las
que escasean los árboles, excepto algunos chopos que no consiguen darnos
sombra, nos da idea de la Inmensidad
en la que estamos sumergidos, surge esa idea de Infinito y como no hay muchas distracciones en el camino, tenemos
la oportunidad, mientras caminamos, de reflexionar sobre la idea de
interdependencia que existe entre todos los elementos animados y no animados
del mundo que nos rodea. Voy pensando en los mensajes que Vicente nos envía cada semana sobre el significado del Camino.
Allá a lo lejos ya se nos han escapado Inma y Dani y a 9 kilómetros de la
salida hay un pequeño chiringuito, “ Bar Oasis”, donde no faltaba ni un
asador y donde hicimos una merecida parada para reponer fuerzas.
Por el camino vamos oyendo multitud de
cantos de pájaros, que nuestra experta en el tema, Yolanda, trata de descifrar: lavandera cascadeña, curruca
capirotada, petirojos, alondras…
Tampoco nos faltaron muestras de la fauna y
la flora de la zona que Cristina no
deja de informarnos. Es genial como entre todos, vamos recopilando información
y recuerdos a lo largo del Camino.
Ya veo que otro caracol apareció antes en
el relato de un tramo anterior. Es importante poner atención a los detalles a nuestro paso y darse
cuenta de la gran importancia de las cosas pequeñas.
Pudimos apreciar distintas formas de hacer
el camino, como estos peregrinos caminando con los caballos y me agradó
enormemente ver que eran considerados con los animales y caminaban junto a ellos,
en lugar de montarlos en esta etapa dura para todos.
A pesar de la austeridad y sobriedad de la
llanura castellana con los extensos campos de cereales que muchas veces no
reciben más agua que la que les proporciona la lluvia, ésta es una tierra fértil
y no faltan los sistemas y áreas de regadío en medio de la dura estepa.
Muchas de las casas en este pueblo son las
típicas de adobe de la Meseta Castellana, austeras, fuertes, no pude evitar
pensar en el frío que debe hacer por estos páramos en el invierno.
Atravesamos una zona perteneciente a la Cañada
Real Leonesa Oriental, uno de esos caminos que recorrían España de Norte a Sur
para la práctica del pastoreo trashumante. Por estos caminos pasaban el ganado
y sus pastores de las dehesas de verano a las de invierno, o viceversa. Este
tipo de pastoreo en continuo movimiento, adaptándose a zonas de productividad
cambiante, se realizó en España a pie hasta el siglo XIX, donde se introdujo el
ferrocarril y más tarde el camión para el transporte.
Esta cañada tenía 700 kilómetros de
recorrido, comenzaba cerca de Riaño, cruzaba León y Palencia, pasando por las
provincias de Segovia, Ávila, Toledo, Cáceres y Badajoz.
Las cañadas reales en España estaban
reguladas por el edicto real de Alfonso X el Sabio de 1273 que regulaba y protegía
estos caminos.
Después de ese tramo tan largo, y
recuperarnos en el descanso, la llegada a Lédigos sólo suponía una distancia de
unos 6 kilómetros, pero la dificultad venía del cansancio que arrastrábamos. No
vimos a nadie por el pueblo, daba la sensación de un lugar desocupado, pero
debía ser la hora de la acostumbrada siesta; atravesamos unas instalaciones
deportivas y ya estábamos en las afueras del pueblo. La mejor foto es esta
en la que están Isabel y Vicente
con esa auténtica pinta de peregrinos, con el fondo de la torre de la Iglesia
que no visitamos.
Luego hicimos un pequeño descanso en una
especie de mesa redonda de piedra, donde ya definitivamente nos faltaban las
fuerzas para casi todo, excepto para una foto.
Desde aquí hasta Terradillos de los Templarios,
algunos se lo tomaron muy en serio y avanzaron rápido y otros nos lo tomamos
con mucha más calma, arrastrando nuestro cansancio y nuestras ganas de llegar,
pero siempre en el Camino, aunque hagamos pequeñas desviaciones de vez en
cuando.
De nuevo Inma y Dani y también Isidro,
Yolanda, Cristina y Roy que siempre va entreteniéndose haciendo fotos al
final, se nos escaparon … La distancia, aunque parecía interminable sólo era de
unos 3 kilómetros.
Esta construcción en círculo tan
interesante, que creo la hemos visto una vez antes en el camino, no se si es
para guardar granos, animales o personas.
Casi todo en esta jornada era distinto,
incluso los mojones de esta zona de Palencia, algo que añadir a la colección de
fotos de mojones de Roy.
Finalmente , tras unas rectas y varias
pequeñas subidas y bajadas, divisamos el
destino. LLegamos al albergue de Terradillos de los Templarios, donde
gracias a la buena comida, mejor cena y comodidades del lugar, pudimos dormir y
reponernos para el próximo día, como si casi nada hubiera pasado. Esta zona fue
jurisdicción de la orden del Temple, orden de los pobres caballeros de Cristo y
del Templo de Salomón. Esta fue una de
las más famosas órdenes militares cristianas, fundada en 1118, tras la primera Cruzada,
aparentemente por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens, y
cuyo propósito original era el de proteger la vida de los cristianos que
peregrinaban a Jerusalén tras sus conquista. Los Templarios extendieron esa
labor de custodia al Camino de Santiago.
En este lugar perdido en los campos
castellanos se nos unió Juani para
caminar el resto de los días con nosotros.
En total hicimos al menos 26 interminables
kilómetros importantes para tener la oportunidad de reflexionar y aprender de
las experiencias duras y desarrollar nuestro sentido de agradecimiento a la
vida, además de tratar una vez más de aniquilar nuestro ego."
¡¡BUEN CAMINO PEREGRINOS!!
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