omenzamos la descripción de las etapas de primer tramo del Camino de Santiago, tal y como han sido, relatadas por los propios peregrinos e ilustrada con mapas y perfiles del Endomondo y fotografías propias.
Esta primera etapa estará relatada por Isidro y en ella participaron Daniel y el mismo solamente, el resto hicimos turismo en Saint Pied de Port y los esperamos a su llegada en Roncesvalles.
Todas las guías, tanto oficiales
como oficiosas, consideran a esta primera etapa como la más dura del Camino
Francés; así que nos íbamos a enfrentar a ella con el conocimiento de la gran
dificultad que tenía y el desconocimiento de cómo íbamos a superarla.
Los prolegómenos de la misma, en
Roncesvalles, fueron tranquilos a pesar de las indicaciones de Vicente que creo
que para animarnos se llegó a inventar hasta lo de los lobos en el hayedo de
Ibañeta. No los vimos.
El traslado desde Roncesvalles a
San Jean presagiaba lo que iba a ser la etapa, una ligera lluvia empezó a caer
dándonos a entender lo que se avecinaba.
Llegamos a San Jean, bonito pueblo
medieval. Del encanto del pueblo, sus calles empedradas y sus tiendas podrán
dar su opinión los demás, Dani y yo bastante teníamos, después de desayunar el
consabido croissant de ponernos a caminar, que las rampas empezaban en el
propio pueblo.
Una flecha, la primera, sobre el suelo empedrado nos
indicaba la dirección a seguir para empezar el Camino. Las perspectivas
climatológicas no eran las mejores, así que pertrechados del imprescindible
“poncho” iniciamos nuestra andadura hacia Roncesvalles.
En las calles del mismo San Jean,
empezaban las cuestecitas, poco a poco las íbamos sorteando hasta encontrarnos
con la primera bifurcación, la que va por Valcarlos, que permanece abierta
durante el invierno, ya que la del alto de Lepoeder la cierran.
La carretera va zigzagueando para
salvar los cerros constantemente, la niebla y la lluvia, junto con el viento nos están machacando
continuamente. Atravesamos una pequeña aldea, Hunto, y empezamos aquí la subida
al pico de Orisson (joeee con el piquito) donde nos han dicho que se encuentra
el ultimo albergue. Desde aquí hasta Roncesvalles solamente agua, viento y
niebla.
Nos tomamos un cafetito, para
reponer fuerzas y seguimos nuestra ascensión. La Virgen de Biakorre la
divisamos ( mejor dicho la intuimos) entre la niebla, es una pena que estos
maravillosos paisajes no los hayamos podido disfrutar en todo su esplendor por
las malas condiciones climatológicas. ¡Otra vez será!.
En la Cruz de Thibault hacemos un
alto en el camino para quitarnos una de las capas de abrigo (ya estaba
empapada) y dar cuenta del bocadillo de chorizo que nos habíamos agenciado en
el albergue de Orisson.
Las energías que nos proporcionó
el bocadillo son dignas de estudio; hay que ponerse en situación; llevaríamos
entre 3 horas y 3 y media caminando, mejor dicho ascendiendo, en unas
condiciones adversas en todos los sentidos. Fue cambiarnos de ropa, comernos el
bocadillo e ingerir la bebida isotónica (alguien solo agua) y nuestro ritmo
cambió de manera inesperada.
Desde aquí iniciamos la subida al
Col de Bentarte y en el camino nos encontramos con la fuente de Roldan, donde
repusimos el agua de nuestras botellas.
Poco a poco seguimos ascendiendo,
ascendiendo (parece que nunca se acaba) hacia el collado de Lepoeder, La subida
la hacemos superando unas rampas que, en ocasiones, tienen unos porcentajes
superiores a las del Angliru (por lo menos eso parece).
La llegada a Lepoeder supuso una
inyección de moral increíble…!!!SE HABÍAN TERMINADO LAS SUBIDAS¡¡¡. Que
equivocados estábamos. Efectivamente se habían terminado las subidas, pero nos
quedaba por superar el escollo del gran bosque de hayas que nos separaba de
Roncesvalles.
Creo que no fuimos conscientes de
la pendiente que teníamos ante nosotros hasta que no estábamos en ella. La
verdad sea dicha que el paisaje merecía la pena,
A medida que íbamos descendiendo,
el tiempo iba mejorando y ya al final hasta el sol quería darnos la bienvenida
en Roncesvalles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario