miércoles, 7 de agosto de 2019

SÉPTIMA JORNADA: BERCIANOS DEL REAL CAMINO - MANSILLA DE LAS MULAS


  
oy toca a Yolanda relatarnos las peripecias de esta jornada que supone la penúltima de este año, y que corresponde la número 22 en el cómputo general iniciado en Sant Jean a Pied de Port, en Francia por Isidro y Dani.
 
   Esta etapa transcurre entre Bercianos del Real Camino y Mansilla de las Mulas y el Endomondo nos dijo que habíamos hecho 28,36 kms.
   Metereologicamente hablando fue un día muy similar a los anteriores, fresquito por la mañana, sin viento y ascendiendo a lo largo del día para terminar en 24º C a la tres de la tarde con ligera brisa.
 
   Plano de la etapa:
 
 
 
   Perfil de la etapa:
 
 
 
 

" Sábado 25 de mayo de 2019: “Séptima jornada. De cómo los peregrinos, salvando obstáculos y doblegando fieras, alcanzan el objetivo y, partiendo de Bercianos del Real Camino, llegan a Mansilla de las Mulas”.

 
   Tras pasada la noche en el hotel “El Sueve” (nombre que, según nos dijo el dueño, se lo habían dado por el monte asturiano que presidía el paisaje de donde procedían), donde descansamos plácidamente a las afueras de Bercianos del Real Camino, madrugamos con la intención de anticiparnos al sol: a las 6.30’ estábamos en pie. Roy, Isidro, Dani, junto con Almudena y Edelio que se incorporaron a nuestras “andanzas“ la noche anterior, fueron a dejar los coches al destino final de la jornada. El resto, Nati, Isabel, Inmaculada, Cristina, Juani, Vicente y la que suscribe estas líneas desayunamos en el hotel, asistidos por el dueño y camarero, quien llegó puntual para prepararnos los desayunos, tan atento e irónico con nosotros como había estado el día anterior. A las 7 de la mañana, con el sol más despierto y rápido que nosotros, iniciábamos la penúltima etapa de nuestro tramo Burgos-León.
 
 

 
   Los pájaros nos llevaban delantera, cantaban y revoloteaban a nuestra salida de Bercianos. Ocho kilómetros nos esperaban para llegar al siguiente pueblo: El Burgo Ranero. A través de un estrecho sendero de plátanos y pequeños árboles que prometen en unos años gran sombra, pasamos campos sembrados siguiendo, hasta prácticamente el final, en línea paralela a la Autovía del Camino de Santiago, la que cruzamos unos metros antes de llegar a El Burgo. 
 

 

 
   Hicimos un segundo desayuno al llegar al pueblo. Dulces torrijas y alegres acordes de guitarra española, templada por un peregrino americano, deleitaron nuestro descanso y acompañamos al guitarrista cantando la letra ya olvidada de algunas canciones, entre otras, la de “Venus” de Bananarama. Pasamos un buen rato cogiendo calorías para la siguiente fase.

 

 

 
   Tras el delicioso descanso, iniciamos todos juntos la marcha hacia nuestro siguiente destino: Reliegos, que distaba 13 kilómetros. Con un paisaje semejante, alternado con canales de regadío, seguimos gozando del paseo y de la amena charla de los amigos. El sol comenzaba a calentar más gradualmente, pero en todo momento, como si el clima fuera nuestro aliado, estuvimos acompañados de una suave brisa que nos facilitó el esfuerzo. Avanzábamos disfrutando del verde paisaje primaveral, de grandes llanuras castellanas cruzadas por pequeños arroyos, con la cordillera cantábrica coronando nuestro horizonte derecho. Los colores de las flores y los trinos de los pájaros hacían sentir en todo momento la belleza de la vida y hasta los olores ocasionales de estiércol animal, cada vez más frecuentes (nos íbamos acercando a Las Mulas), nos sumergían de lleno en el ámbito natural.    


 
   En Reliegos hicimos otro alto y nos tomamos un refresco con un pincho en un bar de la carretera para coger fuerzas hasta nuestro destino final de la jornada: Mansilla de las Mulas. 

 
 
 
   De Reliegos a Mansilla distan unos 6 kilómetros y el camino sigue siendo bastante fácil con alguna pequeña cuesta hacia el final. Llegamos a Mansilla sobre las 5 de la tarde y nos alojamos en el hotel rural “El puente”, en pleno centro del pueblo. El olor del hotel era un poco fuerte a estiércol pero pronto nos dimos cuenta de que el hedor estaba extendido por casi todo el pueblo. El nombre de “mansilla” probablemente venga de “mancio”, que significa “lugar”, por lo que los olores propios de un lugar de mulas no son precisamente de perfume.



 
   Salvando ese pequeño inconveniente, al que pronto nos acostumbramos, cenamos en una terraza al aire libre en el albergue “Jardín del Camino”, donde se nos unió Mercedes, una lugareña amiga de Juani, y en una gran mesa comimos unos exquisitos embutidos leoneses y bebimos un tinto de la zona también estupendo. Reímos, lloramos, brindamos y gozamos del placer de estar con amigos.
 
 
   Cansados y satisfechos, con todas las maravillosas experiencias del día acumuladas, nos recogimos en nuestros aposentos, y reposamos para reanudar la marcha al día siguiente."  
 









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