n la cumbre del Monte Irago,
se yergue la Cruz de Hierro, Cruz do Ferro, en
gallego o Cruz de Fierro en leonés, señalando el punto más
alto del Camino Francés en la provincia de León, 1520 metros sobre el nivel del
mar, y el inicio de la bajada de 920 metros de desnivel hasta Molinaseca,
ya en plena comarca de El Bierzo.
Relación de la Cruz de Ferro respecto a la etapa anterior y posterior |
La cima del Monte Irago está a un kilómetro del pueblo de Foncebalón, y es allí donde se encuentra enclavada la emblemática Cruz do
Ferro. Un gran poste de madera de 5 metros de altitud con una pequeña cruz de
hierro en su cúspide. La base la forma un gran amontonamiento de piedras de
todos los tamaños. pudo ser erigida con el fin de señalar el camino cuando las
frecuentes nevadas lo ocultan a la vista o con la intención de convertir en
cristiana la tradición pagana, de origen, presumiblemente celta, de depositar
piedras en lugares simbólicos de los caminos hasta formar montículos. A estos
montículos se les llamaba Monte de Mercurio en honor del dios Mercurio. Esta
costumbre se cristianizó tras colocar el abad Gaucelmo, (abad de la alberguería
de Foncebadón y de la de Majarín), a principios del siglo XI, la cruz original,
hoy depositada en el Museo de los Caminos de Astorga.
Siguiendo otro camino, no muy lejos de ella, podemos encontrar otro de estos Montes de Mercurio (éste sin cruz).
Sobre
su origen se apuntan varias posibilidades, no necesariamente excluyentes. Como hemos dicho antes, una apunta hacia la necesidad de tener un punto de referencia
para los caminantes que se aventuraban por estos montes durante las intensas
nevadas que por la altitud y la orografía desde siempre se han producido. Otra posibilidad es que se trata de un Monte de Mercurio
romano con origen en los cúmulos de piedras (milladoiros) que los celtas
erigían en puntos significativos de los caminos y que al cristianizarse pasaron
a ser cruceros (cruces de caminos). Ya la tercera posibilidad se relaciona con
la organización territorial romana y la necesidad de marcar
los límites de sus territorios.
Los segadores gallegos en su paso hacia Castilla, donde iban a trabajar, continuaron con la tradición depositando una piedra a su paso.
En su base, a lo largo de los siglos los peregrinos han
depositado piedras hasta formar un monte. Una leyenda cuenta que cuando se
construyó la Catedral de Santiago de Compostela, se pidió a los peregrinos que
contribuyeran trayendo piedra. En todo caso la tradición es tirar una piedra,
traida del lugar de origen de cada uno, de espaldas a la cruz para simbolizar
con ello, el desprenderse de los pecados que originaban la peregrinación. Los
peregrinos creían que el día del Juicio Final, «cuando las piedras hablen»,
éstas testificarán que dicho peregrino había cumplido en vida su
peregrinación; en caso de no haber arrojado la piedra, aquélla no tendría
validez. Algunos dicen que este acto, consiste en arrojar fuera de sí todo
aquello que no es puro, el pecado o el miedo a lo desconocido, se trataría
de sacar lo peor propio o de nuestros allegados a través de un sistema
psicológico, de una especie de magia simpatética, y dejarlo a los pies de la
cruz Esta es algunas de las muchas explicaciones que hay, otra
decía que el origen está en una ley romana que obligaba en ciertos puestos
fronterizos a pagar un arancel, que normalmente se hacía con algún tipo de
mineral.
Una
de las más antiguas referencias literarias a la Cruz de Ferro viene de la pluma
de Alonso de Castillo Solórzano:
“Ellos
que habían subido a la cumbre del áspero puerto del Rabanal, topáronse en el
primero llano con la Cruz de Ferro, tan nombrada de los que caminan por aquella
tierra, y hallando buena ocasión Marcos, que la había visto otra vez que se le
ofreció ir a Astorga, dijo a su compañía: -Dominga; ésta es aquella Cruz de
Ferro tan conocida de todos los de nuestra tierra, a quien las doncellas de
allá, que pasan por aquí, hacen su oración, pero no el voto que dicen, de no volver
como pasaron”; “… en la tal información supo cuán cerca estaba de la Cruz
de ferro, tan nombrada en aquella tierra; pasó por cerca della y hízola
oración, sin tener cuidado de la promesa que todas las gallegas la hacen…”.
Constantino Cabal escribió al efecto “A Mercurio, en los
caminos y a modo de sacrificio, se le amontonaban piedras, que eran refugio de
los manes” y ya recientemente en “Gárgoris y Habidis”: “Hasta hace algunos
años, grupos de segadores bajaban a trabajar en los trigales castellanos por la
vereda de las Portillas y, precisamente al llegar al Bierzo, volvían los ojos
atrás y tiraban una piedra al pie de la Cruz do Ferro”.
Sea
como fuere, en el siglo XI el eremita Gaucelmo, abad de la
alberguería de Foncebadón y Manjarín, colocó la cruz en el lugar que ahora
conocemos y con el paso del tiempo nació la costumbre de que cada viajero que
pasara frente a la cruz depositaría una piedra traída de su lugar de origen en
su base.
Independientemente
de si se conoce o no la tradición de depositar la piedra, lo cierto es que en
lugar tiene u otra algo especial que invita al caminante a detenerse. Mucha
gente asegura que los celtas tenían conocimientos ahora olvidados que les
permitían distinguir eso lugares con una especie de energía especial.
Sea verdad o no, es una bonita idea. El miedo a lo desconocido, a la muerte, al
más allá, y la necesidad de desprenderse de lo viejo para hacer sitio a lo
nuevo es común a los humanos desde el principio de los tiempos. Así que el
origen de la Cruz de Ferro tiene origen místico en donde una
piedra ocupaba el lugar del sacrificio humano y así el viajero se deshace
simbólicamente de lo viejo para dar cabida a lo nuevo y continuar con los
infinitos ciclos de vida y muerte.
Realidad, mito y leyenda se entremezclan en
la Cruz de Ferro y le dan al lugar unas connotaciones únicas que nos hacen sentir que nos encontramos en un lugar especial.
En 1982 fue construida junto a la Cruz una capilla
dedicada al Apóstol Santiago, y desde hace unos años, el Centro Gallego de
Ponferrada celebra la Festividad de Santiago con una romería en el lugar que
congrega a cientos de personas.
Desde el alto se domina todo un circo de montañas y se pueden observan las dos vertientes donde se sale de la Maragatería y se entra al Bierzo .
Desde el alto se domina todo un circo de montañas y se pueden observan las dos vertientes donde se sale de la Maragatería y se entra al Bierzo .
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