viernes, 25 de octubre de 2019

LA CRUZ DO FERRO



   
n la cumbre del Monte Irago, se yergue la Cruz de Hierro, Cruz do Ferro, en gallego o Cruz de Fierro en leonés, señalando el punto más alto del Camino Francés en la provincia de León, 1520 metros sobre el nivel del mar, y el inicio de la bajada de 920 metros de desnivel hasta Molinaseca, ya en plena comarca de El Bierzo.
 

Relación de la Cruz de Ferro respecto a la etapa anterior y posterior

   La cima del Monte Irago está a un kilómetro del pueblo de Foncebalón, y es allí donde se encuentra enclavada la emblemática Cruz do Ferro. Un gran poste de madera de 5 metros de altitud con una pequeña cruz de hierro en su cúspide. La base la forma un gran amontonamiento de piedras de todos los tamaños. pudo ser erigida con el fin de señalar el camino cuando las frecuentes nevadas lo ocultan a la vista o con la intención de convertir en cristiana la tradición pagana, de origen, presumiblemente celta, de depositar piedras en lugares simbólicos de los caminos hasta formar montículos. A estos montículos se les llamaba Monte de Mercurio en honor del dios Mercurio. Esta costumbre se cristianizó tras colocar el abad Gaucelmo, (abad de la alberguería de Foncebadón y de la de Majarín), a principios del siglo XI, la cruz original, hoy depositada en el Museo de los Caminos de Astorga.
 

   Siguiendo otro camino, no muy lejos de ella, podemos encontrar otro de estos Montes de Mercurio (éste sin cruz).
   Sobre su origen se apuntan varias posibilidades, no necesariamente excluyentes. Como hemos dicho antes, una apunta hacia la necesidad de tener un punto de referencia para los caminantes que se aventuraban por estos montes durante las intensas nevadas que por la altitud y la orografía desde siempre se han producido. Otra posibilidad es que se trata de un Monte de Mercurio romano con origen en los cúmulos de piedras (milladoiros) que los celtas erigían en puntos significativos de los caminos y que al cristianizarse pasaron a ser cruceros (cruces de caminos). Ya la tercera posibilidad se relaciona con la organización territorial romana y la necesidad de marcar los límites de sus territorios.
   Los segadores gallegos en su paso hacia Castilla, donde iban a trabajar, continuaron con la tradición depositando una piedra a su paso.  

 
   En su base, a lo largo de los siglos los peregrinos han depositado piedras hasta formar un monte. Una leyenda cuenta que cuando se construyó la Catedral de Santiago de Compostela, se pidió a los peregrinos que contribuyeran trayendo piedra. En todo caso la tradición es tirar una piedra, traida del lugar de origen de cada uno, de espaldas a la cruz para simbolizar con ello, el desprenderse de los pecados que originaban la peregrinación. Los peregrinos creían que el día del Juicio Final, «cuando las piedras hablen», éstas testificarán que dicho peregrino había cumplido en vida su peregrinación; en caso de no haber arrojado la piedra, aquélla no tendría validez. Algunos dicen que este acto, consiste en arrojar fuera de sí todo aquello que no es puro, el pecado o el miedo a lo desconocido, se trataría de sacar lo peor propio o de nuestros allegados a través de un sistema psicológico, de una especie de magia simpatética, y dejarlo a los pies de la cruz   Esta es algunas de las muchas explicaciones que hay, otra decía que el origen está en una ley romana que obligaba en ciertos puestos fronterizos a pagar un arancel, que normalmente se hacía con algún tipo de mineral.  
   Una de las más antiguas referencias literarias a la Cruz de Ferro viene de la pluma de Alonso de Castillo Solórzano:

 “Ellos que habían subido a la cumbre del áspero puerto del Rabanal, topáronse en el primero llano con la Cruz de Ferro, tan nombrada de los que caminan por aquella tierra, y hallando buena ocasión Marcos, que la había visto otra vez que se le ofreció ir a Astorga, dijo a su compañía: -Dominga; ésta es aquella Cruz de Ferro tan conocida de todos los de nuestra tierra, a quien las doncellas de allá, que pasan por aquí, hacen su oración, pero no el voto que dicen, de no volver como pasaron”; “… en la tal información supo cuán cerca estaba de la Cruz de ferro, tan nombrada en aquella tierra; pasó por cerca della y hízola oración, sin tener cuidado de la promesa que todas las gallegas la hacen…”.
 
   Constantino Cabal escribió al efecto “A Mercurio, en los caminos y a modo de sacrificio, se le amontonaban piedras, que eran refugio de los manes” y ya recientemente en “Gárgoris y Habidis”: “Hasta hace algunos años, grupos de segadores bajaban a trabajar en los trigales castellanos por la vereda de las Portillas y, precisamente al llegar al Bierzo, volvían los ojos atrás y tiraban una piedra al pie de la Cruz do Ferro”.
 
   Sea como fuere, en el siglo XI el eremita Gaucelmo, abad de la alberguería de Foncebadón y Manjarín, colocó la cruz en el lugar que ahora conocemos y con el paso del tiempo nació la costumbre de que cada viajero que pasara frente a la cruz depositaría una piedra traída de su lugar de origen en su base.
 


   Independientemente de si se conoce o no la tradición de depositar la piedra, lo cierto es que en lugar tiene u otra algo especial que invita al caminante a detenerse. Mucha gente asegura que los celtas tenían conocimientos ahora olvidados que les permitían distinguir eso lugares con una especie de energía especial. Sea verdad o no, es una bonita idea. El miedo a lo desconocido, a la muerte, al más allá, y la necesidad de desprenderse de lo viejo para hacer sitio a lo nuevo es común a los humanos desde el principio de los tiempos. Así que el origen de la Cruz de Ferro tiene origen místico en donde una piedra ocupaba el lugar del sacrificio humano y así el viajero se deshace simbólicamente de lo viejo para dar cabida a lo nuevo y continuar con los infinitos ciclos de vida y muerte.

    Además, la Cruz de Ferro se halla en la cumbre de una montaña (más cerca de los Dioses), un Axis Mundi, un eje cósmico y simbólico del mundo propicio a las manifestaciones trascendentes.

   Realidad, mito y leyenda se entremezclan en la Cruz de Ferro y le dan al lugar unas connotaciones únicas que nos hacen sentir que nos encontramos en un lugar especial.
 
 
    En 1982 fue construida junto a la Cruz una capilla dedicada al Apóstol Santiago, y desde hace unos años, el Centro Gallego de Ponferrada celebra la Festividad de Santiago con una romería en el lugar que congrega a cientos de personas.


   Desde el alto se domina todo un circo de montañas y se pueden observan las dos vertientes donde se sale de la Maragatería y se entra al Bierzo .

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario